sábado, 1 de agosto de 2015

SI DORREGO VIVIERA...


El Senado aprobó este miércoles el insólito ascenso de grado militar del coronel Manuel Críspulo Bernabé Do Rego, más conocido como Manuel Dorrego. Insólito porque se produce 187 años después de su fallecimiento, porque ni siquiera está claro hoy a qué grado se lo promueve y, sobre todo, porque se trata de un ascenso que el propio Dorrego rechazó en vida.
Para empezar, cuesta encontrar un antecedente comparable. Fuera de la costumbre de elevar post mórtem a la jerarquía inmediata superior a los militares caídos en cumplimiento del deber y de algunos casos aislados de grados otorgados con retroactividad a efectivos que debieron esperar que finalizaran procesos administrativos o judiciales para recibirlos, en los últimos 50 años recuerdo solamente dos resoluciones de ascensos dispuestos con el propósito de reparar a oficiales que en otras épocas habían sido postergados por motivos políticos. Aun así, en ambos casos se trató de decisiones vinculadas con hechos relativamente recientes.
El primero de ellos ocurrió en 1973, cuando el Congreso sancionó la Ley 20.508, que “estableció la amnistía y el ascenso retroactivo de cientos de oficiales retirados por razones políticas entre 1955 y 1973”, tal como recordó Daniel Mazzei en su artículo La elite del Ejército argentino 1962-1973, en la revista Cuadernos de Marte, N° 4, julio de 2013, pág. 103 (http://webiigg.sociales.uba.ar/revistacuadernosdemarte/nro4/4_mazzei.pdf).
El otro sucedió el 19 de abril de 2006, cuando el Senado, a iniciativa del presidente Néstor Kirchner, aprobó los ascensos a general de brigada de los coroneles Juan Jaime Cesio y Martín Rico. Cesio había sido secretario general del Ejército en 1973, durante la breve gestión del teniente general Jorge Carcagno al frente de la fuerza. A fin de ese año, el Senado denegó su ascenso a general; en enero de 1974 fue amenazado de muerte por la Triple A, y en 1983 el Tribunal de Honor del Ejército le impuso la pena de “descalificación por falta gravísima al honor, con la accesoria de privación de su grado, título y uniforme”, por haber afirmado que “bandas integradas por militares habían usurpado el gobierno” y, con “el mendaz propósito de combatir la subversión, cometieron delitos aberrantes, como el secuestro, la tortura y el asesinato de miles de personas”. Cesio fue ascendido con retroactividad al 31 de diciembre de 1973 y Rico con vigencia desde el 27 de marzo de 1975, día en que fue asesinado cuando investigaba a la Triple A.
Tampoco está claro a qué grado es ascendido Dorrego. Según informaron los diarios La Nación y Clarín, simplemente a general. En el mensaje con que el Poder Ejecutivo lo solicitó al Senado, firmado por el ministro de Defensa, Agustín Rossi, se pidió que fuera promovido “al grado de general del Ejército”. En el sitio web del Senado, el texto de la resolución aprobada figuraba todavía esta tarde “en proceso de carga” (http://www.senado.gov.ar/parlamentario/comisiones/verExp/121.15/PE/AC#), pero un comunicado de prensa informa que el ascenso para Dorrego es “a coronel mayor” (http://www.senado.gov.ar/prensa/13158/noticias).
Desde hace más de 120 años, la nomenclatura del Ejército reconoce los grados de general de brigada, general de división y teniente general. No hay generales a secas ni generales del Ejército. Coroneles mayores hubo hasta fines del siglo XIX ‒por ejemplo, era el grado que tenía José de San Martín durante la campaña de los Andes‒ y esa denominación fue reincorporada en 1992 pero no con los atributos de un grado jerárquico sino simplemente como una “distinción” para aquellos coroneles que estaban en condiciones de ascender a general de brigada pero por algún motivo ‒por lo general, falta de vacantes suficientes‒ no lo hicieron y siguen en actividad.
El ascenso a Dorrego es insólito, sobre todo, porque él mismo lo había rechazado en vida, mediante una carta dirigida a la legislatura de Buenos Aires, fechada el 6 de agosto de 1828, siete días antes de que se cumpliera un año de su segunda gestión como gobernador de esa provincia. Escribió entonces el coronel Dorrego: “El que suscribe ha leído con sentimiento la moción presentada ante V. H. relativa a que se le expida el despacho de coronel mayor del Ejército permanente de la provincia, y se recabe del ejecutivo general de república, cuando se instale, la revalidación del expresado empleo. Esta distinción con que ha querido honrarlo el autor de la moción es por él apreciada en su justo valor, pero ella le obliga a exponer a V. E. que se cree suficientemente condecorado en la clase de coronel que obtiene; que ha tenido por principio constante en su carrera, no aceptar grado alguno que no le fuese conferido en premio de acción de guerra, o algún suceso marcable, y que firme en este propósito, rehusó en los años de 1816 y 1820, aceptar el empleo con que hoy se pretende distinguirlo y aun el último en la clase militar [el grado de general, que entonces sí era a secas, sin aditamentos], porque eran en retribución de servicios aunque importantes a la provincia, pero hechos contra enemigos hermanos. Hoy no le es dado presentar ninguno extraordinario, antes por el contrario, con este motivo exige indulgencia ante los Representantes del Pueblo, porque a pesar de los mejores deseos, no le es dado hacer más en el desempeño de las altas funciones que se le han confiado.”
De todos modos, lo más insólito del caso es que, en el mensaje ‒plagado de gerundios incorrectamente utilizados y verbos empleados en tiempos erróneos‒ en el que pide al Senado que se lo promueva, el Poder Ejecutivo reconoce que Dorrego mantuvo el grado de coronel durante 17 años, “desalentando él mismo algunos intentos de ascenso ya que argumentaba que debería ser otorgado tras alguna acción militar”. 
Si Dorrego viviera, ¿aceptaría ser ascendido?
 
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Esta nota fue reproducida por el diario mendocino MDZ On Line:
 
http://www.mdzol.com/opinion/621110-si-dorrego-viviera/

lunes, 27 de julio de 2015

JULIO NUDLER: VIGENCIA Y PROFECÍA


Hace hoy 10 años murió Julio Nudler. Hay varios motivos para que lo recordemos: además de buena persona y buen amigo, fue, en la opinión de muchos colegas, uno de los mejores periodistas de los últimos 40 años. Lo fue no solamente porque manejara con destreza las técnicas del oficio ‒eso lo hacen bien unos cuantos‒ sino, especialmente, porque las empleaba con un rigor pocas veces visto, siempre orientado a la búsqueda de la verdad.
Aunque tenía una cultura general muy amplia, Julio esquivó ese molde arquetípico que nos define a los periodistas como aquellos que sabemos muy poco de muchas cosas. Escribió sobre las tres materias de las que más sabía ‒y sabía mucho‒: economía, tango y política internacional. Y nunca lo hizo de taquito: para cada nota, por pequeña que fuera, se documentaba como si estuviera preparando una tesis.
A una década de su desaparición física, Julio Nudler sigue vigente. Lo está para los colegas que alguna vez trabajamos con él y también para aquellos que no tuvieron esa suerte, pues muchas de sus notas, sobre todo las de sus últimos años, están disponibles en internet.
Pero, al margen de lo que sigue siendo como modelo de periodista (técnica más valores), Julio está más vigente que nunca por el carácter profético de aquel incidente que, nueve meses antes de su muerte, desnudó las peores características del todavía flamante ‒y, para muchos, esperanzador‒ kirchnerismo y le costó el ostracismo en las páginas de Página/12.
El director del diario resolvió no publicar en la edición del 23 de octubre de 2004 el panorama económico que Nudler escribía y firmaba todos los sábados, y que en esa ocasión reseñaba fundadas sospechas de corrupción ‒que el mismo autor había publicado anteriormente en el mismo periódico‒ sobre el entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el recién designado síndico general de la Nación, Claudio Moroni. Julio interpretó esa decisión como un acto de censura y la denunció públicamente. Se generó un debate que causó un gran revuelo y, aunque no fue despedido como empleado, no volvió a firmar el panorama económico y, excepto un par de notas menores en las semanas siguientes, ningún otro artículo en Página/12.
Las declaraciones que Nudler hizo entonces ante los numerosos periodistas que lo consultaron por el caso fueron, lamentablemente, premonitorias. Las que cito corresponden a la extensa entrevista que publicó el 11 de noviembre de 2004 el sitio web La Vaca (http://www.lavaca.org/notas/julio-nudler-%C2%BFque-derecho-tenemos-a-la-conciencia/):
‒ “Creo que el diario se estaba suicidando con su postura de alineamiento ciego con el oficialismo. Tan indisimulado que incluso resulta estúpido y contraproducente para el diario, y para el propio oficialismo.”
‒ “El problema no es Página/12, sino la falta de instituciones republicanas en este país, con un gobierno que a la vez es corrupto y corruptor, que manipula los medios con todas las armas que tiene a su alcance y con medios que se dejan corromper para hacer su negocio. Y entre todos traicionan al lector, al oyente, al televidente.”
‒ “Uno de los mecanismos para soliviantar y volcar a la gente contra alguien es convencerlos de que ese alguien los está atacando. Esto lo hizo Hitler con los judíos: los judíos nos atacan. Lo hace Bush ahora: decirle a los norteamericanos que hay un tipo llamado Saddam Hussein que los está atacando con armas de destrucción masiva, le granjea inmediatamente el apoyo a la invasión a Irak.”
‒ “Es una gran estupidez tomar esa actitud de pensar ‘roban pero hacen’. Roban, roban, roban. Eso no cambió. El bochorno con China también tiene que ver con la corrupción oficial.”
‒ “Este es un gobierno poco serio, como era el de Menem, pero este proclama que es un país en serio.”
‒ “Si hay cajas paralelas, uno puede suponer que gente con aspiraciones, como Lavagna o Kirchner, necesitan financiamiento independiente. Mi tímida conclusión, tentativa, es que muchas de estas familias se convierten en millonarias.”
‒ “En el ambiente empresario, apenas surgió lo de China, el primer comentario fue averiguar de qué nivel serían las cometas. No es que lo diga yo, es lo que la gente da por cierto. Y no nos olvidemos que, por lo que se sabe, China es un país bastante corrupto, entonces un negocio con China puede implicar jugosos retornos para funcionarios de ambos lados. No digo que los vaya a haber, pero no estoy tranquilo si los organismos de contralor están paralizados.”
‒ “Si no resolvemos ese problema institucional, todo lo demás no va a servir para nada. Durante el menemismo hubo enormes inversiones en la Argentina, y terminamos en un colosal desastre. Los chinos no van a invertir lo que dijo Kirchner, pero, aunque lo invirtiera, este país no se va a desarrollar con eso. Mucho más importante es que haya instituciones funcionando, y eso implica que no haya corrupción, o que haya la menor corrupción posible. Y no que el gobierno esté asociado con la corrupción.” 
Cualquier parecido con cosas que ocurrieron en los últimos 10 años no es pura coincidencia.

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Esta nota fue reproducida por el diario mendocino MDZ On Line:

http://www.mdzol.com/opinion/619971-julio-nudler-vigencia-y-profecia/

y por el diario digital español Media-Tics:

http://www.media-tics.com/noticia/5809/e-latam/julio-nudler:-vigencia-y-profecia-.html

jueves, 7 de mayo de 2015

NOTICIAS BUENAS Y MALAS

El autor de este blog y Teodoro Petkoff, en su oficina del diario Tal Cual, el 16 de abril de 2013.

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El diario madrileño El País otorgó ayer al venezolano Teodoro Petkoff su Premio Ortega y Gasset 2015 a la trayectoria periodística. Es una buena noticia: además de periodista de los buenos, Petkoff es una de las personalidades políticas más fascinantes de América latina y dueño de una trayectoria singularmente rica e intensa.
La mala noticia es que el galardón no pudo serle entregado personalmente ‒lo recibió por él el expresidente del gobierno español Felipe González‒ porque tiene prohibido salir de Venezuela debido a una de las querellas que periódicamente le entabla el capitán Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional (parlamento) venezolana.
Hace rato que Teodoro está acostumbrado a las malas noticias. Tal Cual, el diario que fundó hace 15 años y dirige desde entonces, ya no se imprime cotidianamente sino solo una vez por semana. Como él y sus colaboradores no aceptaron moderar sus críticas ni vender la publicación a grupos empresarios afines al chavismo, el régimen le vende papel ‒o divisas para poder comprarlo‒ a cuentagotas. Desde mucho antes lo acosa en los tribunales.
Sin embargo, parece difícil que vayan a torcerle el brazo a esta altura de su vida, a sus 83 años.
Hijo de inmigrantes búlgaros, Petkoff era aún un adolescente cuando, en la década de los 40, comenzó a leer a los grandes teóricos del marxismo. Por ello recaló en el Partido Comunista de Venezuela (PCV) aunque, como él reconoce, bien pudo haberlo hecho en Acción Democrática (AD), la agrupación que a fines de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez tenía un activo compromiso con las clases bajas (con el advenimiento de la democracia, en 1958, AD se convirtió en el partido socialdemócrata más grande del mundo por la proporción entre afiliados y población total, y fue usina de la inteligencia política más brillante de América latina, con Rómulo Betancourt a la cabeza).
Petkoff actuó en la resistencia estudiantil contra Pérez Jiménez, llegó a ser miembro del buró de conducción del PCV y fue guerrillero a órdenes del mítico Douglas Bravo contra el gobierno de Betancourt (1958-63). Conoció cárceles ‒de las que escapó en más de una ocasión‒ y pasó períodos en la clandestinidad, pero también tuvo épocas de alto perfil, como cuando su libro Checoslovaquia, el socialismo como problema, publicado en 1969, causó revuelo en Moscú y le valió que un año más tarde el propio Leonid Brezhnev lo declarara “amenaza” para el comunismo mundial.
Ya entonces Teodoro intuía lo que años más tarde, en prólogos a ediciones posteriores de ese texto indispensable, podría explicar con claridad: “Los efectos aniquiladores que tuvo para el destino del llamado socialismo real el culto a la personalidad y la concentración de todos los poderes en las manos de un líder supremo”. “Las grandes trampas que han estado en asecho en casi todos los experimentos socialistas realizados bajo el signo del marxismo o del marxismo-leninismo: la estatización de la economía y la creación de un partido único al cual le fueron asignadas con exclusividad las tareas de la construcción del socialismo”. “La profunda incomprensión de la relación, mutuamente fecundante, que debe existir entre el socialismo y las grandes conquistas políticas de la revolución liberal”. “El primer Estado socialista ‒o que se definía como tal‒ [la Unión Soviética] dio origen a una institucionalidad política cerradamente dictatorial y autocrática, caracterizada por el partido único, por la subordinación de toda la vida social a ese partido, por la confusión de éste con el Estado, por la asfixia de toda forma de acción política o cultural que no sea la autorizada y manipulada por el partido único, por la supresión de los derechos civiles y políticos democráticos, por el monopolio partido-estatal de los medios de comunicación, por la desarticulación de la opinión pública, por la reducción del Estado a sus órganos ejecutivos, atribuyendo una función meramente decorativa a los cuerpos deliberantes a través de los cuales debía, supuestamente, realizarse la voluntad colectiva”.
En 1971 encabezó una escisión del PCV y fundó el Movimiento al Socialismo (MAS), por el que fue dos veces candidato a presidente (1983 y 1988), otras dos diputado nacional (1974-79 y 1989-94), y ministro de Coordinación y Planificación (1996-98) en el segundo gobierno del socialcristiano Rafael Caldera. Se desvinculó del MAS en 1998, cuando el partido decidió acompañar el proyecto de Hugo Chávez, y se consagró al periodismo, primero como director del diario El Mundo y luego desde su Tal Cual, cuya política editorial tampoco ahorra críticas para la oposición al chavismo.
Tal vez la mejor definición para explicar la evolución de Petkoff sea la que dio ayer mismo Mario Vargas Llosa, en un video que envió a la ceremonia de premiación: “Los ensayos de Teodoro Petkoff son una forma de autocrítica de una tremenda lucidez”.
No conocí a Teodoro durante mi breve residencia en Caracas, en 2002, sino cuatro años después, cuando fui a cubrir como periodista las elecciones presidenciales en las que Chávez derrotó a Manuel Rosales. Había pensado en postularse nuevamente, pero luego ‒igual que otros varios dirigentes‒ declinó su candidatura a favor de la de Rosales, en lo que fue el antecedente inmediato de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) que desde 2008 reúne prácticamente a toda la oposición, y fue el coordinador de esa campaña.
Quería entrevistarlo después de los comicios. Estaba seguro de que su análisis iba a ser valioso. Pero mis repetidas llamadas parecían no conmover a su asistente, la encantadora Azucena. Sin embargo, cuando yo había perdido la esperanza, aparecieron 30 milagrosos ‒y estrictos, se me advirtió‒ minutos en la agenda. Teodoro me recibió con cara de pocos amigos. “No sé por qué le di esta entrevista; en media hora no vamos a poder hablar de casi nada”, me dijo. “No se preocupe; asumo el riesgo”, le respondí. Cuando la conversación terminó, puntualmente, hacía rato que se le había ablandado el gesto y, al despedirse, me dijo: “Lo felicito, no creí que pudiera aprovechar tan bien esa media hora”. A mi regreso le envié copia de la nota publicada y desde entonces mantengo contacto regular con él y con Azucena.
Alguna vez me pidió si podía mandarle por correo un libro que tenía la entrada prohibida en Venezuela. Lo hice, y al poco tiempo tuvo la generosidad de enviarme un ejemplar dedicado de El chavismo como problema, que publicó en 2010. Lo vi por última vez hace dos años, cuando volví a Caracas para cubrir las elecciones en que Nicolás Maduro venció por menos de un punto y medio a Henrique Capriles, según los datos oficiales. Ya tenía algún achaque, producto de un accidente doméstico ‒por eso no había podido visitarlo un mes antes, durante los funerales de Chávez‒, y sé que últimamente ha tenido otros. Avatares de la vida. Nada que nos permita suponer que el hombre que se plantó ante Brezhnev y ante Chávez vaya a claudicar ante figuras bastante menores ‒aunque no por eso menos peligrosas o dañinas‒, como Maduro o Cabello.

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Muchas gracias a Maxi Luna por la foto.

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Esta nota fue reproducida por el diario mendocino MDZ On Line:

http://www.mdzol.com/opinion/604213-incertezas-y-objetividudas/ 

y por el diario digital español Media-Tics:

http://www.media-tics.com/noticia/5577/e-Latam/Noticas-buenas-y-malas.html