miércoles, 30 de octubre de 2013

TREINTA AÑOS



Raúl Alfonsín y el autor de este blog en septiembre de 1983, durante el acto de presentación de la revista Argumento Político.

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“Nostalgia de los años que han pasado, arenas que la vida se llevó, pesadumbre de barrios que han cambiado y amargura del sueño que murió”, escribió Homero Manzi en Sur, uno de sus tantos excelentes tangos. Algo así es lo que siento hoy, al cumplirse 30 años del día en que, como tantos otros argentinos, voté por primera vez.
Se iba la peor dictadura y millones, como yo, experimentábamos una mezcla de esperanza y felicidad que nos hacía sentir poco menos que imbatibles.
Ya tendríamos tiempo de comprobar, no sin dolor, que habíamos dimensionado incorrectamente las expectativas.
No obstante, “a pesar de lo aprendido, si me dan lo que he perdido vuelve a hundirme la confianza”, como dijo otro autor de tangos, Francisco García Jiménez, en Suerte loca.
Tal vez sea por eso ‒o porque, como dicen que dijo Perón alguna vez, “no es que yo haya sido tan bueno sino que los que vinieron después fueron peores”‒ que, pese al “sueño que murió”, la figura de Alfonsín sigue creciendo en mi valoración.
Y ahora que vuelvo a ver la foto, la nostalgia es doble: por la recuperación de la democracia y Alfonsín, pero también por mis 23 años y mi cabellera de entonces.

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