Ese fantástico exponente del realismo mágico que es el chavismo consumó ayer una de sus obras más ambiciosas: el santo sudario de su creador.
El presidente Nicolás Maduro afirmó anoche que el rostro del
fallecido Hugo Chávez se reveló hace algunas madrugadas en la pared de un túnel
del metro de Caracas y presentó una fotografía como prueba de la supuesta aparición.
La idea, sin embargo, no es del todo nueva, pues estaba
instalada en la propicia mente del inefable Maduro al menos desde la segunda
semana de abril.
Así lo reveló el publicista chavista Mario Silva en su rendición
de cuentas ante el jefe del servicio de inteligencia cubano G2 en Venezuela,
teniente coronel Aramís Palacios, cuya grabación fue hecha pública el 20 de
mayo por un grupo de diputados opositores.
Silva ‒a quien la difusión de esa conversación le valió el
ostracismo‒ era el publicista y difamador preferido de Chávez, con sendos
programas diarios de televisión y de radio, pero también era un activo agente
de inteligencia que manejaba ingentes recursos del erario y hasta grupos de civiles
armados, como surge de su propia confesión.
Entre los abundantes detalles de conspiraciones y hechos de
corrupción que, descarnadamente, atribuyó a sectores del chavismo, Silva afirmó
lo siguiente:
“El día 12 [de abril, Maduro] me dice: ‘Apenas puedas,
llámame, sin decir nada en vivo’. Yo lo llamo. ¿Sabes qué me dice? Ojo, esto es
lo que él me dijo, y me mandó una foto: que la cara de él se había aparecido en
el cuadro del comandante [Chávez] que está en el Cuartel de la Montaña [donde
descansan sus restos], y que grabaron video y todo. La cara de él se había
aparecido en las manos del comandante. Aquí la tienes, la foto. (...) El video
yo nunca lo vi. (...) Yo llamo a Jorge Rodríguez [el jefe del comando de
campaña del chavismo] y le digo: ‘Jorge, está pasando esto en el Cuartel de la
Montaña’. Y me dice Jorge: ‘Cuidado con lo que dices, Mario, porque esto sería
que en dos días nos tumban la campaña completa diciendo que Nicolás está loco’.
Y yo entiendo eso rápidamente y le digo a él: ‘Nicolás, ve bien; Jorge me llamó
(...) y le comenté lo del video, y me dijo que tuviera cuidado con la interpretación
que le pudieran dar los medios’. (...) Me impresionó ese evento. Yo no le voy a
decir que no creo en esa verga, ¿verdad? Pero me dice que eso se dio delante de
la gente de Casa Militar, delante de Tareck El Aissami [gobernador del estado
Aragua, hasta pocos meses antes ministro del Interior]. (...) Si esa vaina
salía al aire, era un boom, se daba un coñazo, decían que Nicolás estaba loco y
Nicolás perdía. Eso se acabó. Murió. No se habló más nada de esa vaina.”
Para el público desprevenido, todo empezó aparentemente el 2
de abril, cuando, al visitar la casa natal de Chávez en el inicio formal de la
campaña para las elecciones del 14, Maduro dijo que el líder muerto se le había
aparecido en la forma de un “pajarito chiquitico” y le había dado su bendición.
Pero los cimientos de esa historia son bastante más
antiguos, según me lo confirmaron en Caracas ‒durante mi cobertura del último
proceso electoral‒ políticos y periodistas venezolanos, y hasta un dirigente argentino
de antiguos y sólidos lazos con el chavismo.
El asunto es que Maduro, que por su formación doctrinaria ‒marxista,
primero con inclinación al maoísmo y luego corregido
durante su estancia en Cuba en los ’80‒ debería ser ateo, se ha visto de
repente en la obligación de subrayar, al menos en público, una fe cristiana a
la que Chávez siempre vinculó estrechamente con su revolución.
Pero resulta que el presidente de Venezuela ‒lo mismo que su
muy influyente esposa, Cilia Flores‒ no es ni ateo ni cristiano, sino creyente
en Sai Baba, el líder espiritual indio fallecido en 2011 que sostenía que era
la encarnación de Dios y aseguraba que es posible ver a éste en cualquier ser o
en cualquier objeto.
Como sea, preparémonos para ver la imagen del santo sudario
de Chávez multiplicada en afiches, espacios publicitarios y toda forma posible
de reproducción. Por supuesto, a costa de la harina y el papel higiénico de los
venezolanos.
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Dejo a continuación un enlace para quienes quieran escuchar
la rendición de cuentas de Silva a Palacios. No es la conversación completa
sino el fragmento que tomó estado público. Los dirigentes opositores que lo
divulgaron prometieron pocos días después que difundirían el resto de la
grabación, pero no lo hicieron y no volvieron a hablar del tema. El gobierno y
la justicia ‒que en la Venezuela chavista es prácticamente lo mismo‒ anunciaron
una investigación de la que tampoco se supo nada. Quién sabe por qué el asunto
quedó en el freezer. Lo que está disponible dura una hora y cuatro minutos, y
no tiene desperdicio: